Tanto sufrimiento parece el terrible pago de buscar la “perfección imposible”en el arte
(Vicente Aleixandre)

 Bécquer: la poesía hecha palabra

 

Fecha de nacimiento17 de febrero de 1836

                                                                    

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Cuando hablamos de poesía romántica española resulta inevitable pensar en Gustavo Adolfo Bécquersu verdadero nombre Gustavo Adolfo Domínguez Bastida Su vida está rodeada de una profunda tristeza Cosas de los románticos Era tímido y apocado… y la pasión de su poesía no se tradujo en amantes.

 Bécquer cultiva esa poesía “natural, breve, seca”, “desnuda de artificios” y con “una forma libre” que prescinde de la pompa sonora y la majestuosidad. Eso explica que Rubén Darío, los Machado, Juan Ramón Jiménez y la generación del 27 (especialmente, Luis Cernuda) reivindicaran una poesía que ha sido acusada injustamente de cursi y banal. 

Bécquer no es solo el poeta de las golondrinas, las campanillas azules y los conventos sombríos. También es el poeta que medita sobre la relación entre la imagen y el concepto, la intuición y la razón, la emoción y la creación tenia algo de trapense 

Influido por El genio del cristianismo de François-René de Chateaubriand, Bécquer concibió su obra como una exaltación de la fe y de los sentimientos frente al escepticismo religioso y la fría racionalidad de los philosophes


¿Cómo era Gustavo Adolfo Bécquer? Según el novelista y dramaturgo Julio Nombela, uno de sus mejores amigos, tenía un carácter melancólico y estoico: “Siempre fue serio. No rechazaba la broma, pero la esquivaba. Nunca le vi reír; sonreír, siempre, hasta cuando sufría. Tampoco le vi llorar; lloraba hacia dentro. Era paciente, sufrido, resignado, amante, bondadoso. Sabía compadecer, perdonar, admirar lo bueno y ocultar asimismo lo mísero y malo”. Gustavo Adolfo Claudio Domínguez Bastida nació en Sevilla el 17 de febrero de 1836.

¿LA GLORIA LITERARIA?_

Cuando Bécquer murió era conocido exclusivamente como periodista. Aunque pudo publicar sueltas varias de sus rimas y leyendas en diarios, lo cierto es que en vida no logró recopilar toda su obra en un volumen. No publicó un libro jamás.

La influencia de Bécquer “alcanzó enorme boga en la América española y los modernistas, aunque sólo ocasionalmente siguieron sus huellas,en las obras juveniles de Rubén Darío se marcan muchas huellas de Bécquer y José Asunción Silva (1865-1896) se confirman en las obras de juventud, aunque los temas de la poética becqúeriana se prolonguen en esos líricos^ particularmente en Martí y Darío. *

¿EL ORIGEN DE LA LEYENDA?_

En su lecho de muerte Bécquer comentó a su entorno:

“Si es posible, publicad mis versos. Tengo el presentimiento de que muerto seré más y mejor conocido que vivo”. 

“Muerto en edad prematura, lo mismo que su hermano el célebre dibujante, ha tenido el triste privilegio, propio de los hombres notables de nuestra edad, de recibir en el sepulcro las alabanzas y la recompensa que en vano pidió cuando paseaba por las calles de Madrid, sin que nadie cayera en la cuenta de que el talento es una aristocracia.

Unos versos esenciales los de Bécquer que hoy día muchos seguimos recordando de memoria, y cuya extraordinaria belleza sigue poniendo a prueba nuestra capacidad de emocionarnos. Para muestra, un botón:

Volverán las oscuras golondrinas

en tu balcón sus nidos a colgar,

y otra vez con el ala a sus cristales

jugando llamarán.

Pero aquellas que el vuelo refrenaban

tu hermosura y mi dicha a contemplar,

aquellas que aprendieron nuestros nombres…

¡esas… no volverán!

Volverán las tupidas madreselvas

de tu jardín las tapias a escalar,

y otra vez a la tarde aún más hermosas

sus flores se abrirán.

Pero aquellas, cuajadas de rocío

cuyas gotas mirábamos temblar

y caer como lágrimas del día…

¡esas… no volverán!

Volverán del amor en tus oídos

las palabras ardientes a sonar;

tu corazón de su profundo sueño

tal vez despertará.

Pero mudo y absorto y de rodillas

como se adora a Dios ante su altar,

como yo te he querido…; desengáñate,

¡así… no te querrán!

Gustavo Adolfo Bécquer. Rimas, 1871.


«Lloro por mí. Lloro la vida que me huye (...) ¿Y por qué no has de vivir? (...) Porque es imposible. Cuando caigan secas esas hojas que murmuran armoniosas sobre nuestras cabezas, yo moriré también y el viento llevará algún día su polvo y el mío, ¿quién sabe adónde? (...) ¡Debíamos secarnos! ¡Debíamos morir y girar arrastradas por los remolinos del viento!.»

(«Las hojas secas»





Volverán las oscuras golondrinas / en tu balcón sus nidos a colgar, / y otra vez con el ala a sus cristales / jugando llamarán”. Este uno de los poema más conocidos de Gustavo Adolfo Bécquer, quien también era un buen dibujante, como su hermano Valeriano. Pero lo que ya no es tan conocido es que se les ha atribuido la autoría de las viñetas y los versos del volumen Los Borbones en pelotas, una cruel sátira contra la reina Isabel II y su corte (el confesor Antoni M. Claret, sor Patrocinio, el rey consorte, el presidente del consejo de ministros y el amante de la reina, Carlos Marfori)



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"un artista consciente que combina todas las artes, pues escribe, pinta y tenía dotes musicales. Cada vez que escribe algo nuevo innova. Es un enamorado de su oficio. Los modernistas no se equivocaron al tomarlo como modelo".

Los Bécquer fueron hombres de su tiempo, en opinión de los expertos. Críticos y desilusionados en los últimos años, periodo al que pertenece el álbum Los Borbones en pelota, de contenido satírico-político-pornográfico, que ha sido presentado al público por primera vez en el congreso.

La influencia de Bécquer “alcanzó enorme boga en la América española y [. . .] los modernistas, aunque sólo ocasionalmente siguieron sus huellas, especialmente Darío y Silva

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