EL PROFETA (KHALIL GIBRAN)
Un libro escrito por cualquiera
"no promociona ninguna clase de dogma y por eso es accesible para cualquiera, ya sea judío, cristiano o musulmán" En Líbano, su país natal, Gibrán sigue siendo un héroe literario. Su estilo, alejado de la escuela clásica, marcó el inicio de un nuevo movimiento en la prosa poética de la literatura árabe. Para los árabes, Gibrán es un rebelde, tanto en el sentido literario como en lo político. Él emigró a Estados Unidos cuando tenía 12 años, pero regresó a Líbano tres años más tarde a estudiar. Allí fue testigo de las injusticias que sufrían los campesinos bajo los gobernantes otomanos. "Era cristiano y veía las cosas que se estaban haciendo en nombre del cristianismo y no podía aceptarlas", explica Suheil Bushrui, Profesor de la Universidad de Maryland, en EE.UU. En sus escritos, Gibrán denuncia la opresión de las mujeres y la tiranía de la iglesia y hace un llamado para liberarse del dominio otomano. "Lo que hacía era revolucionario", dice Cole. "Por eso dentro de la literatura árabe es visto como un innovador, similar a la figura de W.B.Yeats para Occidente", añade. Los líderes políticos consideraban que sus ideas eran dañinas para los jóvenes y uno de sus libros, "Espíritu rebelde", fue quemado en el mercado de Beirut apenas salió publicado. Su popularidad alcanzó su apogeo en los años 30 y luego en los 60, cuando se convirtió en la biblia de la contracultura. Mucha gente se alejó de la iglesia y se volcó a (la ideología) de Gibrán", explica Juan Cole, historiador de la Universidad de Michigan, Estados Unidos, quien tradujo del árabe varias de las obras del autor. "Él ofrecía un espiritualismo universal sin dogma, en oposición a la ortodoxia religiosa, y su visión de la espiritualidad no era moralista. De hecho, alentaba a la gente a no ser crítica". A pesar de la inmensa popularidad de sus escritos, o quizá debido a ello, "El Profeta" fue catalogado en Occidente como simplista, inocente y carente de sustancia. "Aunque la mayoría de sus obras estaban escritas en inglés, no pasaron a formar parte de la literatura relevante en ese idioma", explica Cole. "Los académicos occidentales lo consideraban un bobo porque resultaba atractivo para las masas. Creo que Occidente no lo comprendía. Ciertamente él no lo era y de hecho sus obras en árabe están escritas en un estilo muy sofisticado". Incluso su editor, Alfred A. Knopf, sentía hacia su obra una especie de desprecio. Cuando en 1965 le preguntaron quién leía "el Profeta", respondió que no tenía la menor idea. "Debe ser un culto", dijo. Sin duda un comentario bastante desagradecido de su parte ya que gracias a "El Profeta" recaudó sumas de dinero no poco considerables. |